En
su mágico gorro esconde, no se sabe desde cuándo, unos mágicos polvos, la
diosa. Es imposible quitar ese gorro que Pimentel esculpió como trozo de
cabeza. Es imposible mermar la magia de su divinidad. Si quieres tocar con tus
dedos esa magia sólo tienes que mirar. No a los ojos de la diosa, no a su
férreo pedestal. Mira hacia donde ella mira. Mira hacia el bello mar. Y te
convertirás en diosa, en diosa de la mar “salá”.
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